domingo, 18 de marzo de 2012

3ª etapa. Carrascalejo - Guadalupe.

Amanece el día con un cielo despejado soleado pero ventoso. Preparamos los bártulos y nos vamos a desayunar al bar Mateos, donde Merche nos dio de cenar tan amablemente anoche. 
Le tenemos que devolver las llaves de los chamizos y probar los churros que preparan allí.
Mientras vemos las evoluciones de Fernando Alonso en F1 en la TV, desayunamos con la compañía de unos jóvenes de la "Meretérica" que han parado un momento por allí. Nos despedimos de Merche y le agradecemos el trato recibido. Excelente chica.
Salimos del pueblo callejeando y curioseando las casas y sus interiores, donde en alguna se pueden observar los trofeos de caza orgullosamente expuestos. Y es que estas sierras dan mucho trabajo con la caza de venados, jabalíes y corzos.
Se nos presenta una etapa dura pues tenemos frente a nosotros la subida de tres puertos que haremos por carretera en su mayor parte si queremos llegar a Guadalupe a la hora de comer con nuestras familias que nos esperarán ahí.
Comienza la subida de unos 6 km. en suave rampa aunque, poco a poco, tras una media hora de ascensión, se pueden observar unas buenas vistas del paisaje.
Alrededor de las 10:05 ya coronamos el collado de Arrebatacapas (912 m.), donde pudimos comprobar el origen del nombre. El viento se hacía aún más patente de lo que lo iba haciendo algo más abajo. Desde aquí las vistas eran kilométricas y se podía observar Gredos en la lejanía.
En el alto existe una cruz pintada de blanco junto a un pequeño altar en conmemoración a la Virgen de Guadalupe de la que son tan devotos en esta comarca a uno y otro lado de la sierra. Mientras degustábamos este ratito impagable observando la Naturaleza en toda su grandiosidad, pasó un coche por la carretera y nos saludó con un toque de cláxon. Era el cura joven de Carrascalejo que nos atendió ayer.
Proseguimos la marcha, esta vez cuesta abajo. Aquí te lanzas y no paras hasta que llegues abajo, donde está  el pueblo de Navatrasierra. Como el paisaje era inmenso me paré varias veces a contemplarlo y admirarlo dejando como testigo algunas fotos.

 
Llegamos a Navatrasierra sobre las 10:30h, que está antes de llegar al valle, junto al río y es un pueblecito en medio de la nada. No es que sea muy pronto pero aún no abren los bares. Han debido trasnochar. Echamos un trago de agua en una curiosa fuente a un lado de la calle por donde transcurre la carretera y nos reunimos con Luis que, como un poseso se lanzó desde Arrebatacapas cuesta abajo haciendo gala de su  apelativo. Creo que no se ha dado cuenta de la grandiosidad del paisaje ya que no ha parado en los 4,5 km que de consta la bajada.
Atravesamos el pueblo y continuamos bajando hasta alcanzar un puente sobre el río Gualija a 3km. Vamos por una zona preciosa de barranco en el que la carretera va encajonada entre las faldas de los montes que la acompañan. Vemos, a la izquierda, una zona de descanso en la que los integrantes de un grupo de dos autocaravanas están disfrutando del descanso que permite esta zona de la geografía ibérica. Buen lugar. Nos quedan 11km. hasta llegar al Hospital del Obispo. Llevo un buen rato pensando por dónde andarán mis amigos de Guadalupe que vienen a nuestro encuentro. Hablo por teléfono con Jesús Utrilla y me dice que están a punto de llegar al Hospital. Eso quiere decir que en breve nos encontraremos allí.
A partir de aquí la carretera comienza a empinarse otra vez, pero vamos protegidos por los montes que nos rodean y el sol mantiene buena temperatura corporal, incluso sudamos algo más de lo que lo hemos hecho hasta ahora.
El ascenso se va haciendo lento pero constante y, poco a poco, pedalada tras pedalada, nos vamos encaramando hacia el alto. Nos quedan unos 3km. cuando se produce la tan ansiada reunión con los Guadalupenses. Grandes abrazos entre jadeos de cansancio y mucha alegría pues vuelvo a ver, tras un tiempo sin hacerlo, a mis amigos Jesús y Juanjo. 

Proseguimos la lenta ascensión comentando anécdotas hasta llegar al Hospital del Obispo, donde paramos para energizarnos y beber agua.












Por la tarde, y mientras paseábamos por los alrededores de la Basílica, otra vez, nos volvimos a encontrar con el joven cura de Carrascalejo, al que saludamos de nuevo.
Hemos rodado unos 48 km, según marca el rutómetro del señor Zugasti.

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