sábado, 17 de marzo de 2012

2ª Etapa. Estación de Pizarrita - Carrascalejo.

No madrugamos mucho, así que a las 8 y media nos vamos desperezando para asearnos, recoger enseres e ir a desayunar espartanamente una tostada con mantequilla y mermelada con café y leche en el vagón cafetería.
El día ha amanecido con niebla aunque el sol se va abriendo paso según pasan las horas. Abandonamos el lugar de reposo nocturno para montar de nuevo en nuestras cabalgaduras de aluminio cuando en ese instante   hacemos notar el intenso dolor que produce plantar las posaderas en el sillín. El frío es muy molesto pero tras pedalear un ratito volvemos a no sentir dolor ni frío.
Proseguimos por la Vía Verde y vamos ascendiendo levemente, el perfil es como el de ayer. El río Huso nos sigue acompañando, o nosotros a él, tanto da, y atravesamos otro túnel cuando vemos que estamos al lado del embalse Arroyo de San Vicente. Son las 10:25h.
El día sigue frío y, a veces, desapacible, con sol y nubes, a veces con niebla, pero continuamos deleitándonos con la contemplación del paisaje y el aroma de las jaras y otros arbustos que nos entregan sus fragancias.
Pasamos junto a otro apeadero, el de La Cervilla, 20 minutos después. Continúan algunos túneles más hasta que damos por finalizada la Vía Verde ya que llegamos a la estación de Santa Quiteria a las 11:10h. y el camino desaparece ante la boca imponente del túnel que nos conduciría hasta Alía y Guadalupe si no fuera porque su interior está tapado a causa de algún desprendimiento hace años. La estación debió ser utilizada como establo de ganado y por detrás vemos las casas para el personal que cuidaba estas instalaciones. No sé si se llegaron a habitar.
 

Tomamos camino asfaltado hasta el Puerto de S. Vicente. Día gris, frío y, luego, con sol, pero sigue desapacible. Tomamos café con bollos en el centro social del pueblo para entrar en calor. Deben ser como las 12h.
Salida hacia Aldeanueva de S. Bartolomé por el Camino de Puente del Arzobispo dirección norte. A unos 5,5kms Juan se da cuenta que hemos tomado dirección hacia Mohedas y hemos de corregir para tomar el camino correcto lo cual supone acortar atrochando por una finca en la que varios caballos pastan despreocupadamente... hasta que nos ven. Y se van a otro lugar más seguro.
Atravesamos la finca para recuperar el camino correcto. Abrimos y cerramos puertas para que todo quede en su sitio y proseguimos el viaje. Hablo por teléfono con mi amigo Benja, ya que pasamos cerca de Mohedas, su pueblo,  para vernos en algún momento a lo largo del día.
Comento, en tono de guasa, que podíamos acortar por Mohedas para hacer más corta la etapa y dedicarla a bebernos todo lo que se ponga por delante… Veo que el tono con el que lanzo el chascarrillo no se entiende bien.
Llegamos a Aldeanueva de S. Bartolomé a una hora prudencial en lo tocante al repostaje de los ciclistas: nos sentamos a comer raciones en un bar de la calle principal. Hay mucho bullicio pues hay un evento (Bautizo) y bastantes cazadores, los cuales animan cada vez más en tanto en cuanto más beben. Aquí sí sellamos la credencial al salir del local. Salimos y continuamos para ver la Iglesia del pueblo pero también está cerrada. Esta vez hemos llegado tarde.
Salimos hacia La Estrella (Está a unos 7 km.) siguiendo el trazado del mismo camino por el que hemos venido: el Camino de Puente del Arzobispo. Atravesamos el arroyo de la Aguilucha por el camino de servicio que está próximo a La Estrella. En la entrada del pueblo podemos ver una fiesta campestre en el parque infantil donde unos chavales, chicas, ya mayorcitos, beben, comen y charlan en varios grupos con lumbres encendidas y comida asada a las ascuas. Uno nos pregunta por el camino que estamos haciendo y nos comenta y aconseja las características del camino que nos espera por recorrer. Nos invita a comer con ellos. Muy majo el tipo. También está la iglesia cerrada. ¡Qué contrariedad!
En el bar no saben qué es eso de sellar la credencial.
Estoy empezando a preocuparme porque, aunque no voy cansado, creo que es mejor reservar fuerzas para mañana, que el día será verdaderamente exigente y así se lo hago saber a mis compañeros de viaje. Además, esta tarde, el camino no ha presentado más motivación paisajística de interés que la mera contemplación del campo llano. Disputa por mantener o reducir kilómetros a la etapa, dejándola más corta de lo programado. Ciertamente enojado acepto el que vayamos a seguir haciendo kilómetros sin más objetivo, ni motivo, que cargar piernas y aumentar la fatiga.
Finalmente no vamos a Navalmoralejo ni a Villar del Pedroso, acortamos camino. Juan sí está dispuesto a seguir la ruta planeada porque él sí se encuentra con fuerzas, aunque finalmente no lo hace. Es la decisión más lógica y normal cuando se va en grupo: que el que mejor esté físicamente se vaya sólo a pedalear y deje a los demás que disfruten cada uno por su lado.
Tomamos el camino de La Estrella a Carrascalejo. Pasamos por el Puente de arroyo de la Aguilucha. Se trata de un puente medieval que queda apartado a nuestra derecha.
Seguimos adelante y atravesamos el cauce seco del arroyo de Valdecuezo. A los 5,5 km. entramos en Extremadura. El límite territorial coincide con el trazado de la Cañada Real Leonesa, la cual cruzamos, y el paisaje cambia: nos adentramos en un bosque de encinas. Atravesamos un paso en la confluencia del arroyo Pedroso y otro afluente, y ascendemos una leve subida, Junto a ella, vemos un huerto familiar a la derecha en el que están unos chavalines con sus padres y abuelos, nos saludan.
La tarde es soleada y el firme del camino es bueno y el perfil ascendente y llano.
Caminamos por fincas de encinas y ovejas pastando.
Por la zona del Chaparral salen a nuestro paso tres venados en el camino, los cuales, imponentes, saltan las alambradas y se pierden entre las encinas de los cercados.
Atravesamos los Arroyos del  Morcillo y del Borbollón para, finalmente, llegar a divisar el final de la etapa de hoy.
Llegamos a Carascalejo. Callejeamos con la pretensión de llegar a la iglesia y probar suerte. Nos encontramos con el párroco que resulta ser un cura joven y muy dispuesto a sellarnos las credenciales. De jovencito, nos cuenta, hacía mucha actividad deportiva con la bici. Nos desea buen viaje y que lleguemos bien a Guadalupe. En el pueblo buscamos el bar Casa Irene, la cual nos da las llaves del alojamiento. Ésta chica, ya nos indicó el presidente de la ACRG, que era muy dispuesta y servicial. Cuando le dí recuerdos de parte de Antonio Dávila, se alegró mucho y nos trató, aún si cabe, mejor.
Nos vamos a tomar posesión del alojamiento. De camino pasamos junto a una Residencia de mayores de CajaMadrid muy grande, nueva y bonita, quizás haya que irse pensando echar la solicitud, que el tiempo pasa volando....
Nos alojamos en casas rurales de tipo chozas redondas, que se encuentran a las afueras del pueblo.
Tras el oportuno aseo y un relativo momento de descanso volvimos al pueblo y nos tomamos un vino en otro bar que encontramos. A continuación fuimos a cenar al bar Casa Irene, donde Merche, la dueña, nos trataó con corrección  y decentemente aunque estaban de público a rebosar. Llamé por teléfono a Antonio Dávila para saludarle y agradecerle los consejos que nos ofreció. Y venir aquí era uno de ellos. Me dio recuerdos para Merche, a quien se los transmití y ella lo agradeció encantada.
Tras dar buena cuenta de unas raciones mientras nos hacían unas chuletillas con ensalada y patatas fritas fuimos pasando la noche departiendo con los/as lugareños/as.
A unas horas prudentes nos retiramos a nuestros aposentos mientras una fina lluvia iba acompañándonos en nuestro camino.

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